Cómo una porción de sandía desencadenó la primera acción de Estados Unidos en Panamá.

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Con el vulgar comentario “¡Bésame el ****!”, un ciudadano estadounidense desencadenó un levantamiento que marcó un punto de inflexión en la historia de Panamá.

Este individuo era uno de los conocidos filibusteros, quienes estaban dispuestos a realizar acciones deshonestas para obtener riquezas, ya sea durante la fiebre del oro en el oeste de Estados Unidos o en territorios extranjeros en el Caribe y Centroamérica.

Partían de ciudades como Nueva York o Boston junto a inmigrantes que se dirigían al istmo de Panamá, entonces parte de Nueva Granada, en un viaje de miles de kilómetros hacia California.

En la calle de La Ciénega, en la aún rural ciudad de Panamá, el filibustero Jack Oliver insultó el 15 de abril de 1856 a José Manuel Luna, un vendedor de sandía.

“Cuidado, aquí no estamos en Estados Unidos”, respondió Luna al insulto provocativo de Oliver, quien se negaba a pagar 1 real (aproximadamente 5 centavos de dólar) por la porción de sandía que se había comido.

Sin embargo, lo que parecía ser un enfrentamiento callejero insignificante en realidad reflejaba una situación social en ebullición.

“Es crucial entender que el incidente de la porción de sandía tiene un significado más profundo como la manifestación de un primer acto de dignificación de un pueblo humillado. Eso es lo más relevante”, explica el Dr. Hermann Güendel, un especialista en estudios latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica y autor de análisis sobre el tema.

La revuelta resultante duró tres días y resultó en la muerte de 16 estadounidenses y dos panameños, además de dejar varias docenas de heridos de ambos lados.

No obstante, a partir de entonces, el denominado “incidente de la porción de sandía” fue aprovechado por Washington para iniciar la ocupación del paso estratégico entre el Pacífico y el Atlántico, que luego se convertiría en el Canal de Panamá.

¿Qué ocurrió antes del incidente?

Desde la década de 1840, Estados Unidos comenzó a establecer una presencia estratégica en el istmo de Panamá, donde el río Chagres representaba un paso clave para cruzar del Pacífico al Atlántico sin tener que rodear todo el continente.

En 1846, Estados Unidos firmó el Tratado Mallarino-Bidlack con Nueva Granada (que abarcaba Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá), garantizando a sus ciudadanos e intereses económicos un trato preferencial en el paso por el istmo.

“Inicialmente, esto pareció una oportunidad de crecimiento económico para la población panameña de la época. Esperaban transporte, alojamiento y alimentación. Sin embargo, rápidamente quedó en manos de los estadounidenses”, explica Güendel.

La ruta del tren de la empresa Panama Canal Railway reemplazó los viajes en barco por la región. Los hostales y restaurantes que surgieron en las localidades de Colón y Panamá también pasaron a manos estadounidenses.

Además, los panameños empezaron a observar actitudes arrogantes de los estadounidenses, quienes se escudaban en el tratado de 1846 para actuar con gran libertad. “Estados Unidos ya adoptaba la filosofía del Destino Manifiesto, que los veía como los encargados de llevar la civilización a América”, señala Güendel.

¿Cómo se desarrolló el conflicto?

El 15 de abril de 1856, uno de los viajeros estadounidenses que llegó a Panamá fue Jack Oliver.

Este hombre estaba acompañado por otros filibusteros. Era común que algunos de ellos aprovecharan su breve estadía para satisfacer sus vicios en bares y tabernas, según describió el historiador Juan Bautista Sosa en su “Compendio de historia de Panamá” (1911).

En un aparente estado de ebriedad, Oliver se dirigió al puesto de José Manuel Luna y tomó una porción de sandía. Después de comer parte de ella, la arrojó al suelo y cuando intentaba marcharse, el vendedor le exigió el pago de 1 real. Sin embargo, Oliver respondió de manera vulgar y mostró su pistola. Luna agarró un cuchillo de su puesto, según relató Sosa.

Un compañero de Oliver optó por pagar por la porción de sandía, lo

que habría resuelto el problema. Pero un hombre identificado como Miguel Abraham aprovechó la situación para quitarle la pistola a Oliver, lo que desencadenó una persecución por parte de los estadounidenses.

“Persiguieron al ladrón disparando”, informa Sosa. Al darse cuenta de esto, los panameños cercanos se unieron para defender a Abraham y Luna. Esto provocó un enfrentamiento entre ambos grupos que se desplazó hacia la estación de tren, donde Oliver se atrincheró.

Coincidentemente, llegaba un tren con más de 900 pasajeros, entre hombres, mujeres y niños.

La guardia panameña actuó por orden del gobernador Francisco de Fábrega. Abrieron fuego para repeler los disparos provenientes de la estación de tren, que finalmente fue asegurada. Sin embargo, el altercado resultó en la muerte de 16 estadounidenses y dos panameños, además de dejar heridos en ambos bandos.

Una ganancia de casi medio millón
Estados Unidos no permaneció inactivo. Instruyó al diplomático y agente Amos B. Corwine para llevar a cabo una investigación de lo sucedido. Presentó un informe el 8 de julio de 1856 basado en “declaraciones de testigos del ataque y otros documentos de respaldo recopilados”, según consta en los Archivos Nacionales de Estados Unidos.

Sin embargo, Corwine no mencionó que el origen del incidente había sido el mal comportamiento de Oliver. Por el contrario, recomendó la ocupación militar de los puntos estratégicos en el paso del istmo, tanto en Colón como en Panamá.

“En su informe, afirma que todo se debió a la brutalidad de los locales, sin importar lo que dijeran el cónsul británico, el francés y el ecuatoriano, y que la culpa fue de los filibusteros estadounidenses”, explica Güendel.

El investigador señala que en Estados Unidos, el incidente fue reportado de manera despectiva, como se evidencia en la portada del periódico neoyorquino Illustrated, que relató los hechos de manera muy parcial.

“La imagen presenta a un grupo de africanos semidesnudos con machetes atacando a caballeros blancos estadounidenses junto a sus familias y niños. Esa es la percepción, una relación con salvajismo”, apunta.

Dos barcos y 160 efectivos militares tomaron el control del territorio de Nueva Granada durante tres días en septiembre de 1856, marcando la primera de una serie de diez intervenciones militares de Estados Unidos en Panamá.

Para resolver sus diferencias, Estados Unidos y Nueva Granada convocaron a una comisión conjunta. Uno de los resultados fue el pago de 412.349 dólares en oro por parte de Nueva Granada, así como garantías sobre los intereses estadounidenses en el istmo.

“Esto forzó a Nueva Granada a declarar la autonomía de Panamá y Colón a favor de los estadounidenses. Y los cerca de 400.000 dólares, equivalentes a unos 2.000 millones de dólares actuales, nunca llegaron a las familias de los estadounidenses fallecidos. El gran beneficiario de todo esto fue Estados Unidos, gracias a su manejo habilidoso de la situación”, señala Güendel.

En última instancia, resalta el investigador, el acuerdo entre las partes no resolvió la situación de opresión que se había percibido durante años antes del incidente de la porción de sandía.

“El incidente fue una catarsis para un pueblo que se sentía humillado y mancillado, una forma de liberarse de ese sentimiento al que estaba siendo sometido por la presencia estadounidense. Por eso el incidente se convirtió en una causa nacional”, afirma el académico.

“Y al final, también fue una justificación para la ocupación militar y, a largo plazo, consolidó la presencia de Estados Unidos en el canal y los 5 kilómetros a cada lado del canal, que pasaron a ser propiedad de Estados Unidos”, agrega.

El control del paso crucial entre el Atlántico y el Pacífico continuaría durante más de un siglo y medio, hasta el último día de 1999.