La importancia de no rascarse ante las picaduras

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La recomendación de evitar rascarse las picaduras se basa en el riesgo que implica este gesto, ya que puede generar picor y conducir a una posible infección. El prurito resultante de las picaduras de insectos y animales en verano es la principal causa de preocupación, ya que el rascado puede causar heridas que, en algunos casos, pueden requerir atención médica. Aunque no es común que estas picaduras provoquen reacciones graves, si se presentan síntomas como dificultad respiratoria o inflamación intensa, es importante buscar atención médica de inmediato en lugar de recurrir a remedios caseros.

Las picaduras más frecuentes durante el verano son las de arañas, mosquitos, garrapatas, chinches y abejas, además de las medusas y las fanecas en las playas mediterráneas o atlánticas. En el caso de las picaduras de insectos, es recomendable no tocarlas y permitir que sanen naturalmente. Sin embargo, si hay picor o escozor, se puede aplicar suero fisiológico o desinfectante y utilizar frío local para reducir la inflamación. También se pueden emplear fármacos específicos para aliviar el escozor y prevenir heridas por rascado.

Cuando se trata de una picadura de medusa, lo adecuado es lavar la zona con agua salada o suero fisiológico, no con agua dulce, para luego aplicar frío local y una crema de corticoide si el dolor es intenso. Si la picadura ha dejado un aguijón clavado, como en el caso de abejas, fanecas o erizos de mar, es importante retirarlo con pinzas esterilizadas, limpiar la zona con agua y jabón, y aplicar cremas antibióticas si es necesario.

Para prevenir las picaduras, se recomienda usar repelentes en zonas de montaña o entornos cálidos y húmedos, respetar las áreas de playa y usar escarpines, especialmente para los niños, así como instalar mosquiteras en las habitaciones donde se duerme. Aunque no es posible evitar completamente las picaduras, estas precauciones pueden reducir el riesgo de sufrirlas mientras disfrutamos del aire libre en el verano.